El barrio el Morro desde la República del Perú hasta el siglo XX: industrias y desarrollo urbano
A continuación, abordaremos la historia del barrio el Morro desde la independencia hasta el siglo XX. Analizaremos dos aspectos de interés que conformaron el paisaje y la fisonomía del barrio en el pasado constituyendo la base material de identidad local que ha perdurado en el tiempo. Esta separación en temáticas tiene una función metodológica para exponer en un orden sencillo diversos datos históricos que están íntimamente relacionados entre sí. El primer aspecto a considerar es la configuración espacial del territorio en la historia urbana de Iquique entre la independencia y la renovación urbana de mediados del siglo XX. Este aspecto considera elementos tales como el uso del suelo, la configuración de calles y el desarrollo histórico de los límites del barrio. El segundo aspecto a considerar es tiene que ver con la historia económica e industrial de la ciudad der Iquique y la provincia de Tarapacá. Abordaremos las principales industrias existentes en El Morro desde las primeras desalinizadoras de agua hasta la remoción del bodegaje y los servicios industriales con la transformación del plano urbano en la segunda mitad del siglo XX.
El primer aspecto a considerar es la configuración espacial del territorio en la historia urbana de Iquique entre la independencia y la renovación urbana de mediados del siglo XX. Este aspecto considera elementos tales como el uso del suelo, la configuración de calles y el desarrollo histórico de los límites del barrio. El segundo aspecto a considerar es tiene que ver con la historia económica e industrial de la ciudad der Iquique y la provincia de Tarapacá. Abordaremos las principales industrias existentes en El Morro desde las primeras desalinizadoras de agua hasta la remoción del bodegaje y los servicios industriales con la transformación del plano urbano en la segunda mitad del siglo XX. Por último, y no menos importante, consideraremos aspectos sociales de la historia morrina es decir sus habitantes, los conventillos, empresarios y personajes de interés, escuelas, asilos y otros que formaron un paisaje social diverso y complejo en el pasado.
La moderna historia urbana de Iquique tiene particularidades que la definen como resultado de la interacción de diversos actores sociales articulados por el capitalismo como modo de producción y conjunto de relaciones sociales. La acelerada transformación de la aldea portuaria en ciudad fue, esencialmente, la construcción social del espacio de la mano de empresarios, trabajadores y elites administrativas que integraron una sociedad urbana de creciente complejización. Esta forma de entender el espacio nos llevó a dividir la historia de Iquique en una serie de fases consecutivas que conforman nuestro un marco interpretativo de la historia urbana iquiqueña. Esta periodización de la historia urbana se divide en razón de factores económicos, políticos y sociales desde una perspectiva regional.
Etapas de la historia urbana de Iquique entre la colonia y el ciclo de expansión del salitre
1540-1918
Etapa | Fechas | Características |
1° Periodo de contacto y asentamiento colonial. | 1540-1830 | Pequeño poblado guanero-pesquero sin
cambios importantes a lo largo de siglos. |
2° Inicio del ciclo del salitre y crecimiento espontaneo. | 1830 y 1868 | Acelerado crecimiento demográfico y desordenada expansión espacial. Desarrollo de ciudad y comienzo de su determinante relación con la industria salitrera. |
3° Grandes catástrofes, ciclo de expansión del salitre y primera modernización urbana. | 1868-1883 | Primera planificación urbana, primeros edificios públicos de importancia. Consolidación de nuevo trazado tras la guerra. Inicio
de la segregación social como política publica. |
4° Soberanía chilena, ciclo de expansión del salitre y segunda modernización urbana. | 1884-1918 | Expansión y modernización de la ciudad. Aumento demográfico. Nuevas infraestructuras y servicios urbanos. |
La historia del Morro se confunde con la temprana historia de Iquique en tanto este se concentraba precisamente en dicho espacio. Fue en la segunda etapa del recuadro anterior que la ciudad se expandió hacia el norte y el este otorgando al Morro el carácter de barrio específico al interior de una configuración urbana mayo. Esta etapa de diferenciación espacial es incomprensible sin el ciclo salitrero, la transformación de la economía regional y del estatus del puerto de Iquique. Respecto del primero debemos señalar que la explotación del nitrato de soda en la pampa salitrera data de fines del siglo XVIII por parte de tarapaqueños que ejercieron una modesta minería artesanal y a pequeña escala. Esta actividad fue expandiéndose en la medida que el declive de la minería argentífera se tornaba irreversible. Si bien existen importantes antecedentes de exportaciones salitreras previas a 1830, es a partir de estas autorizaciones formales concedidas a empresarios peruanos por el Gobierno que podemos cuantificar con mayor exactitud el desarrollo de la economía del salitre. Junto con ello, el estatus jurídico-tributario de Iquique. En la República del Perú del siglo XIX existieron los puertos mayores que podían recibir buques extranjeros y puertos menores, que debían esperar la carga internacional fuese registrada en puertos mayores y redistribuida por buques de bandera peruana, lo mismo con las exportaciones. Debido a las vicisitudes de la convulsa historia del Perú en sus primeras décadas de vida independiente, Iquique fue declarado Puerto Mayor en dos oportunidades, 1842 y posteriormente en 1855. Entre ambas fechas fueron concedidos múltiples beneficios fiscales para el puerto, gestionados principalmente por el presidente tarapaqueño Ramón Castilla, y consagrados en el Reglamento de Comercio de 1852. Estas disposiciones hacían de Iquique un puerto internacional en términos de cabotaje y franco en tanto contemplaba exenciones arancelarias para numerosos productos que estimulaban la economía local.
¿Cómo se transformó el Morro en los años estudiados en el presente apartado? Comprender la transformación de una aldea colonial en una sociedad moderna requiere de una aproximación a las transformaciones ideológicas que tienen lugar en sectores de una sociedad en base a sus necesidades materiales, proyecciones económicas y conflictos sociopolíticos. Por ejemplo, en lo que refiere a los cementerios, nuevas concepciones en torno a la salubridad pública y el uso del suelo alteran notablemente el panorama colonial. Finalizada la Guerra de Independencia el cementerio anexo a la iglesia colonial fue abandonado y se trasladó al norte de la incipiente ciudad. Sin embargo la lenta separación de la Iglesia y el Estado en el Perú republicano y la notable influencia de la religión católica en la vida pública impidieron que gente no católica se enterrase en el nuevo cementerio. Precisamente, tras el fin de las restricciones coloniales a la migración extranjera y el comercio con extranjeros, el sur de la nueva república comenzó a ser un importante teatro de operaciones de comerciantes, empresarios y extranjeros de toda índole, muchos de ellos británicos y protestantes para quienes se habilitó un cementerio en la isla. La misma iglesia sufrió un acelerado deterioro en las primeras décadas republicanas. En 1855, el gobierno del tarapaqueño Ramón Castilla le encargó al célebre empresario ferroviario William Wheelright una nueva iglesia, una estructura de fierro fabricada en Inglaterra e instalada finalmente en el nuevo sector de la ciudad que emergía al este del Morro otorgando a la naciente plaza el rol de centro cívico de la nueva configuración urbana.
¿Qué sucedió con la vieja iglesia morrina? Cayó en total desuso. Sus muros ruinosos amenazaban con colapsar sobre los atareados transeúntes que recorrían las callejuelas del morro entre viviendas obreras, bodegas salitreras y muelles. El cementerio abandonado era una amenaza para la salubridad y un espectáculo poco estético para las elites locales, propietarios del comercio y exportadores de salitre. La epidemia de fiebre amarilla que exterminó cerca de un quinto de la población entre 1868-1869. Estos eventos, que repercutieron en la transformación del espacio morrino se entrelazan con la historia política de su época. El terremoto de agosto de 1868 y la crisis sanitaria que azotaron al puerto salitrero atrajeron la atención del Gobierno peruano hacia la ciudad más austral del país. El congreso peruano aprobó la creación de la Provincia Litoral de Tarapacá en diciembre de 1869, siendo presidente del Perú José Balta, cuyo gobierno tuvo un importante rol en la modernización del puerto. Esta reforma implicaba que Tarapacá ya no era una provincia del Departamento de Moquegua sino que tenía su propio prefecto, o intendente, que representaba directamente al Gobierno central de Lima. El primer prefecto, don Miguel Valle Riestra fue quien ordenó remover la iglesia del Morro:
“En Iquique existen los restos de los muros de un antiguo templo y que es
necesario destruir completamente; por seguridad y por ornato; pero, como en
el cementerio de él existen aún muchos cadáveres de los que se enterraban
allí; y como la salubridad pública exije trasladarlos del centro de la población
a donde se encuentra el cementerio general a sotavento de la misma me
dirijo a Ud. A fin de que se digne a autorizar al párroco de esta doctrina para inhumar dichos cadáveres y practicar en el espresado templo las ceremonias
del rito antes de su demolición. Dios Guarde a Ud”
La iglesia dio origen a una plaza que albergó el mercado de la ciudad hasta la construcción de la Recova en 1878. En esta “Plaza del Mercado”, según indica el relato militar-nacionalista, se enarboló por primera vez la bandera chilena en la ciudad tras la ocupación de noviembre de 1879.
Si bien las políticas de ensanche y rectificación de calles cobraron un notable impulso tras la anexión de la ciudad a la administración chilena, es importante recalcar que la reforma urbana de la ciudad comenzó durante la tardía administración peruana. La segunda mitad del siglo XIX fue una época de modernización de las ciudades y planificación urbana en todo el mundo occidental, empezando por las principales capitales europeas y posteriormente adoptándose dichas políticas en las ciudades latinoamericanas. En el caso de El Morro, sus límites y planimetría se vieron afectados por una serie de factores a saber. Los grandes incendios, la expansión de la ciudad y las políticas de reconfiguración urbana de la joven administración chilena. Esta política modeló el morro tanto en sus límites norte y este. Por ejemplo, la calle Aníbal Pinto, fue proyectada por los Jefatura Política y los ingenieros encargados de la Dirección de Obras Públicas para ser la primera gran avenida recta y ancha que atravesaba de norte a sur la ciudad de ese entonces. La obra fue iniciada por Patricio Lynch y concluida por el último Jefe Político y primer intendente civil de la provincia chilena de Tarapacá. El Jefe Político ordenaba a la Municipalidad la gestión de las expropiaciones de terrenos y su intercambio por pampas de propiedad municipal según la ley de creación de la provincia chilena de Tarapacá 1883. La proyección de la avenida Aníbal Pinto, límite oriental del Morro, demoró más de 4 años en construirse debido a un factor que influyó notablemente en la configuración del plano urbano iquiqueño de ese entonces, incluyendo el Morro. La ocupación informal del suelo y los pleitos por problemas de deslindes o propiedad de terrenos fueron comunes en la época peruana y adquirieron una nueva dimensión en la década de 1880 al calor del programa de planificación urbana de las autoridades chilenas. Este programa vino acompañado de un discurso de propaganda nacionalista particularmente virulento, en el cual la prensa indicaba que el centro de la ciudad era “un laberinto infernal y debe llamársele con toda propiedad una gran ratonera (…) una agrupación informe de ranchos, casas i palacios (sic), atracados que no unidos, en cuyo laberinto no se ve ni para remedio cien metros de calle en línea recta”.
Un factor que facilitó este programa reorganizador de la ciudad fue el fuego. Los primeros dos grandes incendios que afectaron grandes extensiones de la ciudad, 1875-1880, consumieron gran parte de una serie de callejones que conformaban la mitad norte del Morro. Un plano dibujado por el célebre ingeniero español Eduardo Llanos, radicado en Iquique desde antes de la guerra, in La constitución de la actual calle Aníbal Pinto que conforma el límite oriental del Morro también experimentó un accidentado desarrollo producto de múltiples factores.
En tiempos de la Jefatura Política no fue difícil para la Junta Municipal provisoria de aquel entonces delinear las nuevas calles. Recordemos la Junta Municipal fue un organismo provisorio, al margen de la Ley Chilena de Municipalidades, y que funcionaba como una corporación dirigida bajo las órdenes del Jefe Político en tiempos de la Guerra del Pacífico. Este personaje estaba investido de plenos poderes político-militares y sus disposiciones eran órdenes indiscutibles. Solamente la orientación política del Gobierno chileno de comportarse con prudencia respecto de la propiedad privada en los territorios ocupados por fines de propaganda internacional impedía mayores abusos. Es por ello que durante la guerra se pudieron ensanchar y rectificar sin mayores problemas las calles de la ciudad así como se procedió a la apertura de calles nuevas como Aníbal Pinto. El propietario de terrenos o edificios era expropiado mediante un pago unilateralmente ofrecido por la Junta Municipal o bien compensado con un terreno en la periferia de la ciudad. Sin embargo tras establecerse la administración civil regular en la provincia de Tarapacá, Intendencia y Municipalidad, en 1885 cambió la celeridad con que autoridades y propietarios negociaban los terrenos necesarios para el ensanche de calles y la proyección de nuevas arterias. Aníbal Pinto pudo reemplazar con facilidad los callejones que se aprecian en el plano de Eduardo Llanos y las calles paralelas a la plaza mayor que se observan en el plano de 1857. Por ejemplo sabemos que amplios terrenos e inmuebles ubicados a partir de calle Baquedano hacia el mar, entre calle Wilson y Zegers, eran propiedad de Federico Glavic, industrial salitrero croata. Glavic exigió un precio muy alto por ceder sus propiedades a la Municipalidad lo cual demoró largamente la apertura de Aníbal Pinto hacia el sur y probablemente fue causa de esa curiosidad urbana que es la cuadra denominada “Aníbal Pinto Viejo”, actualmente Ingeniero Hyatt.
La proliferación de nuevos establecimientos industriales dio cuenta de las primeras calles morrinas establecidas en una remota fase de desarrollo urbano posterior durante los primeros años de vida republicana. La mayor parte de los edificios fueron destruidos por el maremoto de agosto de 1868. Las desaparecidas calles llevaban nombres asociados la independencia del Perú, la fundación republicana y también a personajes locales y edificios en dichas calles y callejones. Esta temprana configuración urbana, intrincada y confusa, alimentó la propaganda nacionalista chilena respecto del “rol civilizador” de las autoridades chilenas, Municipio e Intendencia, en la década de 1880. En el plano de 1857, el Morro está comprendido entre el borde costero y el margen occidental de lo que hoy es Plaza Prat, señalada con la letra P.
A modo de síntesis: La primera calle de El Morro es su límite este, Aníbal Pinto: esta calle no existió siempre en el plano de Iquique, antiguos planos, anexos a este informe demuestran que esta calle fue parte del reordenamiento del plano urbano de Iquique ya bajo las autoridades chilenas, facilitado por los mencionados incendios. Los edificios ubicados en una serie de pequeñas calles peruanas desaparecidas, Misti, Rimac y Yumbes, se quemaron el 23 de octubre de 1880 y la administración chilena decidió establecer una sola calle recta con nombre chileno. Dos calles de El Morro conservan su trazado original: Covadonga, llamada Libertad, departamento peruano y Pedro Lagos, llamada Camiña, pueblo del interior. Las calles que corren un trazado de cerro a mar son: Gorostiaga, llamada originalmente Ucayali, departamento del Perú, Thompson, llamada originalmente Nueva, Wilson, llamada originalmente Mamiña y Zegers. Esta última tiene un problema particular: de Aníbal Pinto hacia el cerro se llamaba Zegers, y de Aníbal Pinto hacia el mar se llamaba Zegers viejo. El trazado original fue modificado con la desaparición de gran parte de las bodegas e industrias morrinas a partir de la década de 1930 para dar lugar a una sola calle Zegers. El lugar de Zegers viejo lo estaría ocupando la calle Freddy Taberna que a su vez ocupa parte de la desaparecida calle Bellavista, que terminaba en las instalaciones de baños del mismo nombre, establecimientos de diversión de los sectores populares en relación al carácter elitista del resto de los recintos similares en la ciudad, y la calle Grumete Bolados. Con la desaparición de la antigua Compañía de Alumbrado y Gas y del Regimiento Granaderos se transformó completamente el sector oeste del barrio. Desapareció la calle Souper, que atravesaba el complejo industrial de norte a sur y se llamaba Pichincha en tiempos peruanos y se redujo a una mínima expresión calle Izaza, llamada en el periodo peruano Guaviña y aún antes, “Del Molino”, por ubicarse en el siglo XIX un molino que producía harina y desalinizaba agua de mar.
El Morro fue un barrio portuario-industrial durante un extenso periodo. El muellaje se extiende desde la colonia hasta las postrimerías del siglo XIX y la actividad industrial hasta mediados del siglo XX. En marzo de 1830 un grupo de empresarios peruanos residentes en Iquique obtuvo permiso del Gobierno peruano para efectuar la primera exportación y venta exitosa de salitre al extranjero. El inicio de estas exportaciones supone el comienzo de la primera etapa de expansión urbana de Iquique. Esta se caracterizó por un sostenido crecimiento demográfico, un temprano desarrollo de industrias urbanas y la ausencia total de planificación. La administración local se enfocaba en las condiciones básicas para el funcionamiento de la industria y del comercio. El Gobierno de Lima tenía poca participación en la gestión de la ciudad. En este periodo es cuando se instalaron las primeras industrias y muelles de importancia en el Morro. Esta temprana etapa de la historia salitrera asociada al muellaje en el sector el morro tuvo como protagonistas a un grupo importante de la elite regional republicana, peruanos pertenecientes a familias propietarias de origen colonial. Caso excepcional fue el de Jorge Smith, británico pionero de la temprana industria salitrera. Fue el periodo de las “paradas” pequeños talleres artesanales donde se procesó salitre en base al método descubierto por Tadeo Haenke a comienzos del siglo XIX y con tecnología heredada de la extinta minería colonial. Hacia 1855, las salitreras que exportaban a través de Iquique eran las denominadas del grupo “centro”, en torno al importante poblado salitrero de La Noria, Cocina, Argentina, la Peña, Yungay y otras.
El consumo de agua en la ciudad fue una de las principales preocupaciones para los habitantes del poblado. La primera solución fue el traslado de agua desde la quebrada de Camarones a través del puerto de Pisagua. La tecnología industrial no tardó en llegar tras las exportaciones salitreras de 1830. Fue el caso de las maquinas desalinizadoras de agua de mar que se ubicaron precisamente en el sector del Morro. En 1840 se instaló la primera máquina de propiedad del empresario francés Bernardo Digoy. Esta fue una de las primeras industrias urbanas de importancia en la ciudad. Ocupó el espacio en el borde costero estudiado donde posteriormente se construiría el primer molo de unión entre la isla y el continente. Las maquinas desalinizadoras de agua compitieron con el negocio importador de agua potable por barco. Se establecieron otras desalinizadoras en el sector que analizaremos por su relación con las industrias urbanas y la compleja historia de la ciudad a partir de la Guerra del Pacifico.
El terremoto y maremoto que afectó gravemente el sur del Perú en agosto de 1868 tuvo un gran impacto en nuestra ciudad. Supuso una ruptura en la historia urbana de la ciudad que a su vez coincide con una nueva etapa de la historia económica regional. La catástrofe significó en lo inmediato la destrucción de buena parte de la infraestructura industrial ubicada en la sección del borde costero estudiado. Entre ellas la máquina pionera de Digoy y otras tres desalinizadoras que operaban en el Morro. A mediano plazo, el fenómeno natural permitió las primeras medidas de reforma urbana y modernización de la ciudad.
El inicio del ciclo expansivo de la industria del nitrato obedeció a una serie de factores. Los depósitos de guano de alta ley se agotaban en las principales covaderas de la costa peruana. El precio del guano decaía y su aporte al erario fiscal peruano menguaba considerablemente. El salitre experimentó a partir de 1850 una situación complemente inversa. Los adelantos técnicos permitieron elevar el nivel de la producción salitrera tanto en calidad como en cantidad. Las antiguas oficinas de paradas fueron reemplazadas por máquinas de lixiviación y las caravanas de mulas encontraron un competidor moderno en el ferrocarril construido entre 1870 y 1871. En 1872 el salitre equiparó al guano en aportes fiscales e Iquique se consolidó como el segundo puerto más relevante del país después del Callao.
Este proceso de expansión industrial supuso la proliferación de una serie de industrias urbanas en el Morro. La principal de ellas fue el complejo industrial de la Compañía Barrenechea. En 1868, el industrial José Antonio Barrenechea inventó un método para transportar el salitre en estado líquido desde la pampa hacia Iquique y terminar su proceso y ensacado en la ciudad. En 1873 fundó la compañía de su nombre adquiriendo las oficinas Pampa Unión y Nueva Soledad. El muelle de la compañía tuvo la primera grúa mecánica a vapor de la historia del puerto iquiqueño. Este detalle revista una particular importancia en la experiencia formativa de la clase obrera urbana. Lamentablemente el carguío de salitre en este emblemático muelle cuyos restos constituyen el principal vestigio histórico del sector fue efímero. A pesar de la considerable inversión en tecnología e infraestructura, la compañía fue un fracaso, debido a dificultades técnicas en el traslado del salitre. La empresa se mantuvo en el rubro del transporte y destilación de agua para consumo. Jugó un importante rol en la provisión de agua potable durante el bloqueo de Iquique pero tras la guerra fue acusada de vender agua de mala calidad por un concejo municipal proclive al polémico negocio de John Thomas North. La cañería finalmente fue tomada por el Estado chileno para diversos usos, entre ellos reparar los desagües de la aduana, edificio sobrecargado con oficinas y personal a partir de la ocupación chilena. El muelle quedó finalmente para uso de la Compañía de Alumbrado y Gas que adquirió gran parte de las infraestructuras de Barrenechea.
El desarrollo de la industria salitre se reflejó en la constitución de numerosas sociedades salitreras y la construcción de nuevas oficinas de máquinas a lo largo de la década de 1870. Fue el caso de la compañía de Alfonso Ugarte y Benigno Ceballos quienes construyeron la oficina San Lorenzo en 1874 y establecieron un muelle para exportación en el sector. La compañía de los alemanes Hermann Fölsch y Federico Martín construyó en ese mismo periodo la oficina Paposo y utilizaron el mismo muelle. Uno de los más significativos del sector. Todos estos muelles son visibles en el detallado plano de la ciudad levantando por Alejandro Navarrete en 1882. Hacia 1879 existían estos muelles en Iquique, según el estudio del ingeniero Alejandro Bertrand:
“Cuatro muelles para desembarcar: el de la Compañía Salitrera Barrenechea al S.O del edificio de la Aduana; el fiscal o de la Aduana, el del señor Guildemeister i Ca. al N.E. del anterior y el del ferrocarril. El de Barrenechea posee un pescante a vapor; el de la Aduana dos con cigüeñas de mano i el del ferrocarril tiene los aparatos necesarios para embarcar y desembarcar piezas de gran peso”.
El muellaje fue uno de las principales fuentes laborales en la ciudad y dio origen a un poderoso movimiento obrero provisto de articulación sociopolítica y reivindicaciones laborales. La Primera Guerra Mundial representó el comienzo del fin del ciclo expansivo del salitre con el cual también culminó una parte de la historia de la ciudad. A partir de la creación legal de la provincia en octubre de 1884, la ciudad experimentó un continuo proceso de crecimiento sobra la base del trazado establecido en la etapa anterior. Se consolidaron diversos servicios urbanos vitales para el mantenimiento de la fuerza de trabajo y el funcionamiento de la industria regional y el comercio. Fue una etapa de compleja modernización urbana. La economía local tenía como eje articulador las grandes compañías salitreras. No solo por su rubro principal, la producción y exportación salitrera, también por la importación de toda clase de mercaderías e insumos. El comercio local y la población en general se abastecían en gran medida a partir de este comercio mayorista que incluía productos del sur del país y del extranjero. En 1913 podemos referirnos a las siguientes industrias y servicios de muellaje establecidos en el sector de El Morro a intervenir. De norte a sur: el muelle de Mitrovic hermanos, importadores de maquinaria y productos de ferretería, además de productores salitreros propietarios de las oficinas Vis, Slavonia y Dalmacia, nombradas en relación al origen yugoslavo sus dueños. La sociedad figura domiciliada en calle Souper, sector El Morro. El muelle de Guildemeister, emblemática compañía alemana, dedicado tanto al carguío de salitre como a la descarga de mercaderías. Le sigue el muelle de The Nitrate Agencies, importante firma de capitales británicos domiciliada en la ciudad. Este muelle tenía también por objeto la descarga de mercaderías de importación. Finalmente, el muelle de Barrenechea, de ser relevante para la industria salitrera en el pasado, en 1913 servía a las necesidades de la Compañía de Alumbrado y Gas a la que nos referiremos a continuación.
Las autoridades regionales implementaron una serie de reformas al puerto de Iquique con el objetivo de mejorar las condiciones de competitividad que permitiesen una mejor inserción del puerto iquiqueño en el concierto internacional. Fue rellenado un considerable espacio marítimo, extendiendo la superficie continental en el sector de la aduana. También fueron demolidas con explosivos muchas de las rocas diseminadas entre la isla y los embarcaderos que causaron varios naufragios en el periodo. Finalmente el molo de unión construido en 1898 para servir de rompeolas que permitiese evitar días de trabajo perdidos por mal tiempo. Este dispositivo dividió en dos el conjunto de muelles que componían el puerto de Iquique. La solicitud y reclamo de la compañía Mitrovic Hermanos con fecha 3 de agosto de 1903 es reveladora al respecto y permite comprender el fin del muellaje en el sector de El Morro:
“Sr Intendente. Luis Mitrovic.
Por decreto del 4 de agosto de 1893, el Supremo Gobierno concedió a mis mandantes el permiso que estos habían solicitado para construir un muelle en Iquique, obra que oportunamente llevaron a cabo y que es conocida con el nombre de Muelle Mitrovic Hermanos.
Para construir este muelle, los señores Mitrovic Hnos. hicieron crecidos desembolsos de dinero con la esperanza de obtener más tarde alguna ventaja con la carga y descarga de las mercancías y sustancias minerales que la citada casa esporta e importa del extranjero, al mismo tiempo que facilitaban las operaciones de embarque y desembarque del puerto, procurando obras de seguridad en la bahía y dando trabajo a mucha jente de mar.
Pero sucede que con motivo de los trabajos del muelle dársena, que el fisco a llevado a cabo en los últimos años, en este puerto, el espresado muelle no puede desde hace tiempo prestar los servicios para los cuales nos fue concebido, a causa que las obras del molo de unión con la Isla Serrano, cuya construcción hecha de piedra pasa pegada al norte de nuestro muelle, nos priva de su acceso, por este lado, dejando sólo espedito el lado sur, casualmente, el menos apropósito para el servicio del embarque y desembarque en general.
Sin embargo, no es esto todo, las continuas y fuertes bravezas de mar que soplan por el lado sur, único destinado hoy día al servicio, impide casi en lo absoluto los trabajos del muelle, teniendo invertidos fuertes capitales que no producen utilidad ninguna.
Sobre lo dicho hay que tomar en cuenta la vuelta que se obligadas a dar las lanchas o embarcaciones que hacen el servicio de acarreo tanto de salitre como de carbón, para ir desde nuestro muelle al fondeadero de los buques, a travesando por el pasaje del molo, sumamente peligroso, lo que dificulta de un modo considerable todas las operaciones de embarques y desembarques”.
Las obras de reforma del puerto de Iquique privilegiaron el muellaje existente frente a la rada de la ciudad y no los muelles existentes en el sector sur del puerto, es decir en El Morro, perdieron gradualmente su rentabilidad. Quedaron reducidos a servicios y descargas menores de mercaderías. Finalmente, cuando la crisis salitrera se volvió irreversible en la década de 1920 estos muelles quedaron prácticamente abandonados. Fueron desmantelados a raíz a de la construcción del actual puerto en 1928. El ciclo de expansión del salitre había concluido en 1918 debido al predominio irreversible del salitre sintético en el mercado internacional. El muellaje dejó vestigios históricos de gran valor patrimonial aun visibles en el borde costero morrino.
El Morro albergó otras industrias importantes en la historia urbana y económica de la ciudad. El puerto de Iquique jugó un rol trascendental como base de apoyo logístico a la industria salitrera, no solo por el comercio y el muellaje, sino que también por una serie de servicios vitales para esta. Fue el caso de las fundiciones y maestranzas que repararon e incluso fabricaron toda clase de maquinarias. En el caso de El Morro, fue notoria en el periodo la fundición construida por el ingeniero e industrial de Valparaíso, José Tomas Rider. Esta comenzó sus actividades en 1880 y era descrita como “una fundici6n de fierro y bronce con toda la maquinaria necesaria para la construcción o compostura de maquinarias, calderas, condensadores, bombas, etc.”. A poco de andar fue adquirida por John Thomas North, quien incluyó este establecimiento en su imperio económico en rápida expansión. Sin duda la siderurgia fue una actividad relevante en el paisaje urbano del sector morrino en tanto la fundición de José Tomás Rider no fue la única de su tipo en el sector. Federico Sparenberg, destacado industrial alemán constituyó una sociedad denominada Fundición y Maestranza Sparenberg y Jiménez Hnos. que fue propietaria del establecimiento Fábrica Internacional y Fundición Victoria. Esta industria fabricaba toda clase de insumos para la industria urbana y para las oficinas salitreras. Se ubicaba en la intersección de Covadonga y Serrano. Sparenberg fue un personaje muy interesante. Llegado a Iquique en 1872, fue miembro fundador del Club Alemán y de la Bomba Germania, ambos ubicados también en El Morro. Falleció en 1928, fecha en que suponemos debieron concluir las actividades de la fundición cuando la desindustrialización de la provincia era una realidad inminente.
Los servicios urbanos de alumbrado y agua potable fueron dos establecimientos característicos de El Morro. Ubicados, al igual que la fundición de Tomás Rider en el espacio actualmente comprendido por la Remodelación El Morro. La Compañía de Alumbrado y Gas fue una de las empresas más características del Iquique salitrero. Su presencia data del periodo peruano, registrándose un contrato entre el Gobierno peruano y la citada industria en 1874. La iluminación de la ciudad se volvía cada vez más necesaria en tanto el acelerado desarrollo demográfico suscitado por el crecimiento económico traía consigo la inquietud creciente respecto de posibles elementos contrarios al orden social. Los propietarios de comercio, industrias y bienes raíces reclamaban constantemente una mejor y más extensa iluminación de la ciudad para vigilar la posible presencia de vagabundos, delincuentes o toda clase de desmanes amparados por la oscuridad. Fue una época histórica de disciplinamiento de las clases populares al orden laboral y urbano, considerando que muchos de los habitantes de Tarapacá eran trabajadores migrantes de entornos rurales. La historia urbana es reflejo de los dilemas propios de la época. En diciembre de 1892 se celebró entre la Municipalidad y la compañía el primer contrato para surtir de luminarias eléctricas a la ciudad. El 8 de julio del año 1900 se reunió la Municipalidad para discutir un nuevo proyecto y presupuesto para continuar extendiendo el alumbrado eléctrico de la ciudad. Este proceso no fue rápido ni sencillo. En el periodo convivieron tres sistemas de alumbrado socialmente distribuido. Hacia 1904 el alumbrado de la ciudad se distribuía de la siguiente forma: 135 lámparas de arco eléctricas. 6 faroles a gas en el morro. 29 faroles a parafina en El Colorado y “distintas calles de la población”. 15 faroles a parafina y cuatro luces de arco eléctricas en Cavancha. En plaza Prat: 12 lámparas de gas en el centro, 4 lámparas eléctricas en torre para alumbrar el reloj y 6 lámparas eléctricas a los costados. En 1918, la cárcel aún tenía casi todo su alumbrado por gas. Hacia 1913, las acciones de la compañía eran muy cotizadas en la bolsa de valores de Valparaíso. Contaba con 22 kilómetros de cañerías de gas que partían desde El Morro a toda la ciudad y 3 generados eléctricos que generaban 1.620 caballos de fuerza para el alumbrado urbano. Sus principales clientes fueron la Municipalidad y el Fisco, con quienes mantuvo una relación tensa a causa de las deudas y las desavenencias. Servía además a más de 1.500 particulares. Hacia 1952 sus motores se encontraban obsoletos y no podían atender el servicio de la ciudad satisfactoriamente, por lo cual la empresa traspaso sus propiedades al fisco y dejo de existir oficialmente. La década de 1950 fue un periodo de lenta pero incipiente modernización de la ciudad en relación con la creación de la industria pesquera, lo cual supuso nuevas inversiones tecnológicas en el servicio alumbrado.
La Tarapacá Water Works se origina en el negocio de John Thomas North con la venta de agua de antes de la Guerra del Pacífico. Figura en los planos del sector como “Compañía Proveedora de Agua”. En la década de 1870, la empresa de propiedad de North que trasladaba agua en buques cisternas desde Arica hacia Iquique fue una de las más importantes en este rubro, de vital importancia para el consumo de la población y las actividades industriales. North adquirió privilegios de exclusividad por parte de las autoridades chilenas al prestar sus servicios a las tropas chilenas durante la guerra y aprovechó su posición para desprestigiar, quebrar y comprar a la poca competencia que tenía en algunas desalinizadores de Iquique y en tentativas de proyectos de extraer aguas subterráneas del interior de la provincia. A lo largo de la década de 1880, North estableció un monopolio casi absoluto del agua potable en Tarapacá. La empresa funcionó, al igual que el alumbrado, hasta mediados del siglo XX. La provisión de agua de Iquique fue, como señalamos uno de los problemas políticos más graves del periodo, afectando a los pobladores del interior cuando el agua comenzó a ser trasladada desde Pica a Iquique en la década de 1890. Un último elemento industrial característico del sector en las décadas de 1870 y 1880 fueron las instalaciones de amalgamación de minerales de Demófilo Herrera y Máximo Rosenstock. Ubicadas al sur del sector en cuestión, fueron resultado de un ciclo económico menor que ha sido relativamente poco estudiado. Se trata de la minería no salitrera en la provincia de Tarapacá contemporánea a la explotación salitrera. Si bien fue una actividad inestable y de modestos capitales, participaron de ella varios personajes de la elite local. Entre ellos el mismo Máximo Rosenstock, quien fuera miembro de la Junta Municipal creada por la Jefatura Política durante la Guerra del Pacífico y también de la primera combinación salitrera hacia 1883.
También fueron característicos de esta zona elementos propios del orden, la seguridad y la defensa de una ciudad anexada tras una guerra. Fue el caso de las fortificaciones del Morro, visibles en la planimetría histórica de la época y guarnecidas para la defensa de la ciudad a lo largo de la década de 1880. Una bodega salitrera ubicada junto al muelle Barrenechea de propiedad de Guildemeister fue utilizada como cárcel y cuartel de policía entre octubre de 1880 y agosto de 1882. El gran incendio de 1880 dio cuenta del antiguo cuartel de la Guardia Civil peruana y las autoridades chilenas debieron acondicionar esta solución de emergencia mientras se construía el cuartel policial y la cárcel que serviría a la ciudad durante varias décadas en la Plaza Brasil. Policías, cárceles y los dispositivos de represión y vigilancia fueron fundamentales en esta época turbulenta de complejas transformaciones sociales al calor de la industria salitrera. El extremo sur de nuestro borde costero del sector albergó los baños Bellavista. En el siglo XIX una moral conservadora situaba el baño en las playas de la ciudad como una actividad indecorosa debiendo efectuarse este en recintos cerrados para guardar esta norma social. Los sectores populares de la ciudad en más de una oportunidad fueron criticados por las autoridades por bañarse desnudos como signo de barbarie e impudicia impropio de la moderna cultura urbana. En diciembre de 1880 se acusaba al propietario de los Baños Bellavista o “del Morro” de permitir la desnudez o “imitar a Eva” al interior de su establecimiento. Este último, indignado, señaló: “mi establecimiento, recomendado públicamente por su calidad i rejimén introducido en él, nunca ha sido, ni podrá considerarse un lugar de corrupción”. A lo largo del periodo los recintos de baños se dividieron en costos y estratificación socio-económica. Los “baños de mar” en las playas, sin resguardo visual de los paños menores, fueron considerados una costumbre indecorosa del bajo pueblo. En noviembre de 1892, la Municipalidad intervino los baños con un estricto reglamente: se prohibía tajantemente la desnudez, el consumo de alcohol y el ingreso de “personas en estado de ebriedad, demencia o locura”.
La renovación urbana de la década de 1960 supuso un cambio radical del uso del suelo en el sector estudiado. Se desmantelaron los restos de antiguas industrias y bodegas en desuso para dar paso a la renovación residencial que supuso la construcción de los edificios de la Remodelación El Morro, complejo habitacional de 495 viviendas diseñadas en una arquitectura modernista característica del Iquique posterior a la crisis de 1930. Durante la década de 1960 la ciudad experimentó un crecimiento demográfico producto de diversos factores que revirtieron hasta cierto punto el escenario de despoblamiento suscitado tras la crisis de 1930. Entre estos el auge de la industria pesquera en el contexto de expansión del denominado ciclo industrial pesquero y el cierre de emblemáticas oficinas salitreras. Nuevos proyectos de desarrollo regional que incluían explotar el potencial turístico de la ciudad contribuyeron también a la erradicación de infraestructura industrial en desuso, considerada antiestética en la época. Las antiguas fundiciones y las viejas bodegas salitreras podrían haberse constituido en un notable patrimonio industrial al igual que las oficinas salitreras, sin embargo las necesidades habitacionales y de reforma urbana fueron imperiosas. En su reemplazo, la habitación popular construida por la CORVI en alianza con otros organismos públicos, tales como la Municipalidad a mediados del siglo XX generaron otro patrimonio de considerable valor. Era una arquitectura orientada al equilibrio técnico-racional entre el bienestar y la dignidad de sus usuarios y el aprovechamiento del terreno disponible, en contraste con la arquitectura habitacional que caracteriza a los denominados “guetos verticales” del negocio inmobiliario actual. En los 1965-1965, El Plan Regulador Comunal, PRC, en estrecha coordinación con la CORVI rediseñaron el sector eliminando viejas calles morrinas que bordeaban los establecimientos industriales y el Regimiento Dolores, Ex Salvo, para establecer la actual avenida costanera que atraviesa el Morro en dirección al puerto y la Zona Franca. La idea central del PRC era un fuerte impulso al turismo y mejora de la calidad de vida de los habitantes de Iquique bajo la premisa de “abrir la ciudad hacia el mar”. Es un contraste radical con la época del salitre. En este lejano pasado en numerosas oportunidades vecinos del sector solicitaron a las autoridades municipales la apertura de calles que conectasen con el mar. Estas solicitudes fueron siempre desestimadas en tanto los industriales que poseían grandes extensiones de terrenos en el borde costero tenían una influencia política y económica decisiva en la vieja administración urbana.
Archivos y documentos históricos
Álbum Guildemeister, Ca.1900. Sin datos editoriales. Disponible en digital https://libros.uchile.cl/189
Archivo Histórico del Museo Regional de Iquique, Fondo Ilustre Municipalidad de Iquique.
Archivo Nacional, Fondo Intendencia de Tarapacá.
Archivo Nacional, Fondo de la Prefectura de Tarapacá.
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Prensa
La Voz Chilena
El Tarapacá
21 de Mayo
La Estrella
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