El Morro en el pasado lejano: geomorfología, arqueología e historia hasta fines del periodo colonial.
En este primer apartado abordaremos algunos elementos asociados a tiempos remotos y que definieron el sector desde eras geológicas pasadas hasta fines del periodo colonial en el que Tarapacá formó parte del Virreinato del Perú. Es importante recalcar que la historia del Iquique colonial es, esencialmente, la historia del Morro por concentrar este sector la mayor parte de la población dedicada a la pesca, la extracción de guano y el tráfico portuario a pequeña escala. Es posible que El Morro haya sido habitado de forma permanente en el pasado prehispánico por pueblos originarios, sin embargo no contamos con evidencias arqueológicas decisivas al respecto. Sin embargo es probable este sector haya sido escenario de las actividades de los pobladores del temprano asentamiento de Ique-Ique que han sido identificados en dos cementerios precolombinos del periodo agroalfarero tardío. Estos registran la influencia de la Cultura Arica, además de los cazadores recolectores costeros denominados comúnmente como “camanchacas” o “changos”.
No existe consenso científico respecto del origen morfológico del litoral tarapaqueño que actualmente alberga la ciudad de Iquique. Sin embargo contamos con algunas ideas generales que explican la peculiar conformación del espacio a estudiar. La denominación comúnmente usada de “planicie litoral” no debe entenderse en sentido literal. Por el contrario, la actividad tectónica, asociada a las fallas transversales en la parte occidental de la cordillera de la costa, ha configurado una serie de elevaciones y escalones solevantados. No se trata de una planicie absoluta y, además, la roca del subsuelo varía según nos desplazamos por el espacio litoral. Es así como la planicie litoral iquiqueña exhibe una serie de niveles en sectores como El Colorado, La Cantera, Bajo Molle y, desde luego, el Morro. La actividad humana ha transformado este paisaje encontrado por sus primeros habitantes. Es decir, la actividad social del ser humano intervino en el espacio dando lugar a una nueva configuración espacial. Es por ello que la elevación morrina que resguardó el sector del maremoto de agosto de 1868 hoy no se percibe tan pronunciada dado el intenso proceso de nivelación y rectificación de calles de fines del siglo XIX. El paisaje prehispánico que dibujó Patricio Advis en base al conocimiento arqueológico disponible, ha sufrido considerables transformaciones, especialmente al calor de la modernización capitalista decimonónica.
Este promontorio y sus alrededores fueron periódicamente habitados por pueblos cazadores cazadores-recolectores que dejaron un extenso legado en forma de patrimonio arqueológico tanto en el borde costero de Iquique y otros puntos de la ciudad. Estos tempranos habitantes del sector fueron identificados como “camanchacas” y variantes del mismo vocablo según figuran en registros de bautismos del siglo XVII resguardados por el Obispado de Iquique.
En 1540 le fue entregada la primera encomienda al español Lucas Martínez Vegazo y comenzó la articulación del Estado colonial en el Tarapacá. Iquique, que en este entonces se circunscribe al espacio que hoy conocemos como Barrio El Morro, se integró en los circuitos económicos coloniales del Sur Andino. Se sucedieron diversos personajes de interés como encomenderos de los indígenas del litoral y concesionarios de la isla de Iquique. Esta última, propiedad de la Corona española, fue un rico depósito de guano que fue explotado hasta la década de 1780 denominada “de Cuadros” por el último arrendatario, el español Antonio Cuadros.
El guano era comerciado por mar y trasladado por caravanas hacia territorios vecinos y hacia las comunidades agrícolas de los oasis y la precordillera e incluso hacia el altiplano en el Alto Perú. Los productos marinos recorrían una ruta similar teniendo como importante destino las minas de Huantajaya y Santa Rosa, centros neurálgicos de la economía colonial tarapaqueña. El traslado de productos de consumo, minerales y otros requería de caravanas de llamas y mulas que consumían ingentes cantidades de forraje cultivado en tierras abonadas con guano, completando un circuito que integraba los diversos pisos ecológicos del territorio. En la pesca fue característico el trabajo de los habitantes indígenas del litoral con su tecnología de factura propia y en la extracción de guano fueron comunes los esclavos negros de quienes hubo cantidades fluctuantes a lo largo del periodo colonial.
La materialidad constructiva de esta lejana época del temprano dominio colonial no ha llegado hasta nuestros días pero relatos y crónicas nos hablan de una constructividad de matriz hispana en piedra, conchuela y tejados de material ligero en conjunto con viviendas de materiales tales como huesos de ballena y cueros de lobo de mar. Uno de los principales edificios del poblado fue la iglesia, denominador común central de todo asentamiento inserto en el orden colonial hispano. Respecto de estas puede señalarse la descripción del corsario Bartolomé Sharp quién asaltó el poblado en 1681: un edificio construido en piedra y adornado con pieles de lobo marino. Los piratas robaron de ella una serie de elementos de valor propios del culto católico y de la ornamentación religiosa, quizá los bienes materiales más valiosos existentes en el humilde poblado. Esta primera capilla data de la primera mitad del siglo XVII según se desprende de testamentos y visitas de autoridades eclesiásticas al territorio. La Viceparroquia de Iquique dependía de la parroquia de San Lorenzo de Tarapacá conformando una Doctrina: unidad territorial que servía tanto para fines de la organización eclesiástica como de la administración civil. Estuvo consagrada desde aquel lejano periodo hasta el presente a Nuestra Señora de la Concepción, a quien las autoridades eclesiásticas chilenas le añadieron “purísima” tras la Guerra del Pacífico. Si bien la evolución de la antigua administración colonial puede parecer compleja, es importante destacar que hacia la segunda mitad del siglo XVI, Tarapacá fue organizado en cuatro doctrinas: Sibaya, Camiña, Pica y Tarapacá, quedando el asentamiento costero de Iquique en esta última. Tarapacá fue organizada como un tenientazgo, a cargo de un teniente, encargado político y militar, subordinado al gobernador del corregimiento de Arica, creado en 1565.
En 1768, el Virrey del Perú Manuel Amat y Juniet instituyó el Corregimiento de Tarapacá y designó un primer gobernador, Antonio O’Brien, célebre personaje de la historia regional. Este personaje dejó una interesante descripción del poblado de Iquique, llamado por él “Yqueyque”, sus habitantes y sus costumbres:
“ (…) está formado por una punta que sale de la playa y una pequeña isla llamada del Huano, que casi se une a la punta de tierra, de modo que entre esta isla y la tierra solo pasan las balsas de indios pescadores, que son de cuero de lobo marino y llenos de aire (…) La población de este puerto se compone del arrendatario, a quien llaman vulgarmente el portero, un alcalde y un alguacil de indios, y veinte y cinco a treinta indios de encomienda y algunos mestizos”
O’Brien también consignó una extraña costumbre que bien pudo haberse debido a alguna circunstancia particular o caso aislado. Supuestamente la gente del pueblo no enterraría a los fallecidos por la dureza del suelo, si no que los arrimaban a la pared de la iglesia donde estos se momificarían naturalmente. Este templo existió hasta fines del siglo XVIII cuando Antonio Cuadros financió la erección de una nueva iglesia según testamento fechado en 1788. En ese entonces el territorio de Tarapacá se había constituido como Partido, con las mismas doctrinas del extinto corregimiento, dependiente de la intendencia de Arequipa. La “punta que sale de la playa” es temprana descripción de lo que hoy conocemos como “El Morro”.
El cuadro siguiente clasifica a los habitantes del pueblo de Iquique y el asentamiento del Morro según etnia y sexo hacia fines del periodo colonial, 1813:
sexo | indios | mestizos | españoles | criollos | Negros esclavos | Negros libres | Zambos, mulatos y otros | Total |
Hombres | 60 | 45 | 4 | 22 | 1 | 0 | 20 | 152 |
Mujeres | 43 | 58 | 1 | 12 | 0 | 1 | 33 | 148 |
Totales | 103 | 103 | 5 | 34 | 1 | 1 | 53 | 300 |
Podemos observar fenómenos de interés que dan cuenta de una sociedad que ha recorrido siglos de desarrollo histórico en el sistema colonial y que evidencia tendencias del inminente transito republicano. Al terminar las faenas guaneras que concentraban mano de obra esclava descendió notablemente la presencia de esclavos negros. Sin embargo, estos, presentes tanto en Iquique como en las minas de plata cercanas, se vincularon con otros sectores de la población dando origen a las denominadas castas de color que conformaron un amplio espectro de sujetos afrodescendientes, base de los sectores populares modernos y tercera mayoría de la población local. La población indígena se mantuvo estable a lo largo del tiempo compartiendo una mayoría relativa con los mestizos. Estos últimos fueron el principal componente y actor social de la inminente sociedad republicana. La presencia de españoles europeos y americanos revela que existen aún modestos intereses económicos en el poblado así como autoridades locales. Mucho más podríamos decir de la demografía histórica iquiqueña, sin embargo estos datos son suficientes para saber, a grandes rasgos, como era la sociedad que poblaba las costas iquiqueñas y el Morro a fines del periodo colonial.
Tarapacá se mantuvo bajo control realista a pesar de la proclamación de la independencia de la República del Perú en julio de 1821. El virrey de la Serna y tropas leales a la corona controlaban aún importantes territorios de lo que hoy es Bolivia, Chile y el sur del Perú. Consolidar la independencia de la joven república y terminar definitivamente con el Virreinato requería capturar los denominados “Puertos Intermedios” para invadir los territorios realistas. En este contexto se produjo la tentativa de desembarco y captura de Iquique un 13 de febrero de 1823. El general chileno y comandante de la expedición patriota intentó desembarcar frente a la iglesia construida en 1788 por Antonio Cuadros, arrendatario de la isla. En vez de reunirse con tropas patriotas como esperaba, fue emboscado por un contingente realista comandado por el brigadier Pedro Olañeta, monárquico fanático que lucharía por la causa realista hasta el final. Gracias a la certeza respecto de la ubicación de la iglesia en el espacio correspondiente actual edificio del Ministerio de Obras Públicas, es posible establecer un punto aproximado de este desembarco en el punto de la costa que coincide con calle Serrano. El fin del dominio colonial en Tarapacá solo se confirmó a partir de la decisiva victoria patriota en Ayacucho en 1824.
La arqueología en el sector del Morro comprende algunos hitos de interés en décadas anteriores y tiempos recientes. Se trata principalmente de vestigios del cementerio asociado a la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción de Iquique. Costumbre heredada de la Edad Media, los entierros se hacían cerca de la casa de Dios: los personajes prominentes bajo la iglesia y la gente sencilla en torno a ella. Es así que el Morro, con la presencia documentada de al menos dos iglesias coloniales, cuenta con un interesante cementerio en sus márgenes septentrionales, especialmente en torno al edificio del Ministerio de Obras Públicas donde se ubicó aproximadamente la iglesia construida por Cuadros a fines del siglo XVIII. En 1927 se re descubrió por vez primera este viejo cementerio con motivos de la colocación de cañerías en calle Pedro Lagos.
Posteriormente, al construirse la sede del Ministerio de Obras Públicas, en 1986, emergieron numerosas osamentas, textiles coloniales y concentraciones de cráneos y huesos largos según antecedentes recabados por el arqueólogo Julio Sanhueza. Lamentablemente, las circunstancias políticas de la época no permitieron una investigación en mayor profundidad. En abril de 2013, reparaciones en la casa ubicada en Thompson 115 desenterraron, por tercera vez, este cementerio, encontrándose numerosas osamentas asociadas a dicho cementerio con distintos grados de perturbación. En ellas, el arqueólogo Luis Pérez Reyes, pudo identificar elementos indígenas asociados al periodo colonial. Finalmente, durante el año 2020 un equipo multidisciplinario realizó un completo trabajo de investigación histórica y arqueológica en torno al borde costero morrino con motivo del nuevo paseo peatonal que proyecta la Dirección de Obras Portuarias. En este contexto los arqueólogos Lautaro Núñez, Ángel Cabezas y Víctor Bugueño realizaron una prospección y abrieron 10 pozos de sondeo en los cuales identificaron principalmente restos asociados a la antigua industria siderúrgica y al muellaje salitrero, especialmente del periodo republicano peruano.
Archivos consultados y fuentes primarias
Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, Archivo Histórico de Límites.
Portal de Archivos Españoles, Archivo de Indias.
Diario El Tarapacá.
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